SAN DIEGO, California – La familia Keegan pasó lo que se suponía que iba a ser un viaje alegre en las islas Azores, frente a la costa de Portugal, en un hospital, después de que un accidente de surf dejara a un residente de San Diego paralizado.
James Keegan estaba surfeando con su hijo de 10 años cuando se sumergió y dejó de responder.
“Sonó el teléfono y era la policía en las Azores diciendo que mi esposo había tenido un accidente y que tenían a mi hijo de 10 años”, dijo Erin, la esposa de James.
La mujer dijo que el accidente es desconcertante porque su esposo tiene décadas de experiencia en el surf.
Indicó que su hijo le explicó lo que vio. “Cogió una ola delante de mi hijo y cuando mi hijo terminó la suya vio a su padre boca abajo en el agua. Lo volteó y vio que no respondía, así que mi hijo lo arrastró a la playa y gritó pidiendo ayuda”, narró.
“Creemos que debe haber golpeado la arena. No había rocas donde estaban nadando, pero no lo sabemos porque todo sucedió bajo el agua”, agregó Erin.
La familia Keegan se centró en ayudar a James a recuperarse con éxito, pero recibió noticias devastadoras.
“Mi esposo estuvo dormido durante unas 24 horas y cuando se despertó confirmaron que estaba paralizado”, lamentó Erin.
James Keegan está recibiendo buena atención médica en las Azores, pero quiere regresar a Estados Unidos para estar más cerca de su familia durante su recuperación, explicó su esposa.
El viaje se ha complicado, pues la familia no ha recibido asistencia de su seguro médico, según Erin.
“Comencé a llamar a UnitedHealthcare para tratar de averiguar qué tipo de cobertura hay para esto y la gente dijo que si no podían brindarle la atención que necesita en las Azores, lo transportarían de regreso”, dijo. “Y desde entonces, mis suegros y yo hemos llamado casi todos los días y nos dicen: ‘Sí, sabemos de la situación de su esposo’ y ‘Sí, tenemos un archivo al respecto y alguien lo llamará’, pero nadie ha llamado y el accidente ocurrió el 23 de julio”, afirmó.
El personal médico de las Azores se unió para ayudar a James, según Erin. Una miembro del personal del hospital que habla inglés con fluidez habló por teléfono con la compañía de seguros durante horas, indicó la mujer.
“Siguieron transfiriéndola de un departamento a otro, luego dijeron que no podían aceptar la autorización porque ella no podía darle un número de identificación fiscal. Los números de identificación fiscal son para los médicos en Estados Unidos, no se aplican a los médicos en la Unión Europea”, expresó la esposa de la víctima.
Erin y sus hijos regresaron a San Diego. Mientras ella ayuda a los niños a hacer la transición a una rutina normal en casa, sus suegros viajaron para estar al lado de James.