Pueden visitar a esta finca en Richland que trae mucha felicidad

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Cortesía del sitio web de la granja A Bit of Happiness

RICHLAND, WA – La finca de Richland se llame “A Bit of Happiness Farm“, pero en realidad esta finca trae mucha felicidad, según la dueña de la finca, Sarah Hermann.

“Este es mi lugar feliz, y el hecho de que la gente quiera venir y compartir esa felicidad conmigo, no hay nada mejor que eso”, dice Hermann.

Hermann, quien en una esposa y madre de cuatro hijos, empezó esta finca con su familia por su amor a los animales. No fue hasta la pandemia del COVID-19 cuando la convirtieron en una granja/zoológico público.

“Esta finca era sólo para nuestra propia casa, pero cuando el COVID llegó y la salud mental de la gente se deterioró, unos amigos nos dieron la idea de que probablemente deberíamos abrirla al público”, dice Hermann.

Mientras COVID cerraba la mayoría de los negocios, la granja de Hermann abrió como resultado de esto.

“No creo que hubiéramos abierto nuestra granja al público si no hubiera sido por COVID. Sabíamos que los niños necesitaban salir y divertirse y la gente necesitaba simplemente pasar un buen rato. Y nuestra granja es lo suficientemente grande como para distanciarse socialmente y, por supuesto, llevamos máscaras”, dice Hermann.

Debido a la pandemia, también se cerraron las ferias del condado, lo que dejó a muchas granjas locales sin saber cómo iban a poder vender sus animales. Fue entonces cuando la finca se convirtió en un refugio para estos animales.

“Seguimos recibiendo llamadas de que los animales necesitaban un hogar. Y también recibimos llamadas sobre bebés”, dice Hermann.

Los bebés de biberón son animales rechazados por su madre y personas como Hermann los acogen para criarlos y cuidarlos como si fueran suyos.

La granja también vende huevos frescos, ecológicos y sin jaulas a 3 dólares la docena.

A Bit of Happiness se está haciendo rápidamente popular en la comunidad. Un sábado, Hermann dijo que tuvo más de cien visitantes.

“Damos la bienvenida a todo el mundo. No se puede estar triste cuando se acaricia a un animal”, añadió Hermann.

En la granja se puede acariciar a los animales, darles de comer, jugar en el arenero y en la cocina de barro (una atracción popular entre los niños).

La granja está abierta de lunes a sábado y hay que reservar entradas en una zona horaria para poder visitarla y evitar que haya demasiada gente a la misma vez. Puedes hacer su reserva, por 8 dólares por persona en su página web.