Han pasado cinco años desde que un accidente de helicóptero en Calabasas le arrebató a Kobe Bryant del mundo demasiado pronto. Sin embargo, de alguna manera, su historia sigue creciendo, arraigándose en la esencia de Los Ángeles, donde el sol aún se pone morado y dorado.
Esta semana, unas zapatillas Adidas EQT Top Ten 2000, que Bryant usó durante su primera titularidad en la NBA, se vendieron por la impresionante suma de $240,000 dólares a través de SCP Auctions.
Ambas zapatillas estaban autografiadas y fotografiadas de esa misma noche: el 28 de enero de 1997, jugando como visitantes contra los Dallas Mavericks. Su precio las convierte en el segundo par de zapatillas de Kobe más caro jamás vendido.
Tenía solo 18 años cuando empezó ese partido.
En aquel entonces, Kobe era un jugador inexperto, con un gran potencial. Tenía el rebote, la valentía y un toque de ese mordisco de Mamba que más tarde lo definiría. Esa noche en Dallas, anotó 12 puntos con 5 de 11 en tiros de campo en 32 minutos. Nada espectacular. Solo la primera de muchas semillas plantadas en un viaje de 20 años que lo llevaría de novato con los ojos abiertos a cinco veces campeón de la NBA, MVP de las Finales, medallista de oro olímpico y símbolo de grandeza inquebrantable.
Irónicamente, las zapatillas eran Adidas, no Nike. Adidas fue la primera en ver la visión, fichando a Bryant directamente desde el instituto Lower Merion de Pensilvania. Más tarde se pasaría a Nike, donde la línea Kobe se convirtió en el referente del baloncesto, solo por detrás de las icónicas Air Jordan en impacto y popularidad global. Hoy en día, más jugadores de la NBA usan las Nike de Kobe Bryant que cualquier otra zapatilla.
Pero estas zapatillas Adidas son diferentes. Son del principio: antes del apodo de Mamba, antes de los campeonatos, antes de los desfiles por Figueroa. Representan a un adolescente persiguiendo un sueño, intentando ganar minutos junto a Shaquille O’Neal, Eddie Jones y Nick Van Exel, intentando demostrar que pertenecía a la NBA.

Para los aficionados de los Lakers, Kobe no era solo una superestrella. Era suyo. Jugó cada uno de sus 1346 partidos de temporada regular con el uniforme morado y dorado. Lo vieron crecer, con su afro incómodo y todo, hasta convertirse en uno de los bases más completos de la historia de la NBA.
Y los recuerdos perduran en estos objetos.
En febrero, las zapatillas que usó cuando se rompió el tendón de Aquiles, intentando con esfuerzo dos tiros libres antes de retirarse cojeando, se vendieron por 660.000 dólares. En abril, la camiseta que usó en su primer partido de temporada regular se vendió por 7 millones de dólares. No son solo objetos de colección; son reliquias de un hombre cuyo legado trasciende las estadísticas y los campeonatos.
Las zapatillas de 240,000 dólares son un recordatorio de cómo empezó todo. Un niño. Un sueño. Un par de zapatos. Y una ciudad que llegaría a quererlo como a su familia.