Todos los años hay un equipo que se prende en la segunda mitad de temporada, y recibe el rótulo de conjunto que “nadie quiere enfrentar si clasifican a playoffs”.
En la AFC, la selección es hasta obvia, considerando que los Buffalo Bills eran los máximos candidatos a ganar la división Este antes de la temporada, y que tienen a uno de los mejores mariscales de la NFL en Josh Allen.
En la NFC, no obstante, la selección no era tan evidente.
Pero Los Angeles Rams no han dejado dudas en las últimas semanas. Han ganado cinco de los últimos seis partidos, con su única derrota siendo ante los Baltimore Ravens de visitante en tiempo extra, en un partido que honestamente debieron haber ganado.
Piensen que los Rams parecían estar en una reconstrucción total, y se encontraban con récord de 3-6 cuando llegó su semana de descanso, habiendo perdido en aquel entonces, 18 de 26 partidos después de haber ganado el Super Bowl LVI.
Hubo rumores de retiro del entrenador en jefe Sean McVay, sobre todo después de que esencialmente tuvo que renovar a todo su staff de coordinadores.
También los hubo alrededor del mariscal Matthew Stafford, quien se decía “no podía conectar con los jugadores más jóvenes del equipo”.
Y como si fuese poco, también se rumoreó que Aaron Donald iba a colgar los botines, sólo para después acordar una modificación contractual.
La ofensiva de los Rams está al rojo vivo, y ha promediado 32.4 puntos por partido en sus últimos cinco encuentros.
Stafford siempre ha tenido un talento descomunal, pero ahora con buena protección –mejor de lo esperada– y tras un 2022 plagado de lesiones, el mariscal de los Rams nos está recordando cuán bueno puede llegar a ser. Manipula los ángulos de pase como pocos, tiene un cañón en el brazo, y como si fuese poco, tiene objetivos de sobra a su alrededor.
Vuelvo a destacar a la línea ofensiva, específicamente al novato guardia Steve Avila, y a Kevin Dotson, quienes han solidificado el interior de esa unidad.