
Durante casi dos semanas, el silencio se apoderó de Chavez Ravine.
Mientras las redadas de ICE sacudían los barrios de inmigrantes, los camiones de la Guardia Nacional recorrían el Este de Los Ángeles y las familias veían a sus seres queridos ser sacados de sus hogares o trabajos en la oscuridad de la madrugada, muchos en la comunidad se volvieron hacia los Dodgers —sus Dodgers— esperando una señal. Cualquier señal. Un tuit. Un comunicado. Un atisbo de solidaridad.
Ese momento finalmente llegó el viernes por la tarde.
La afición de los Dodgers sigue demostrado descontento contra el equipo angelino por su falta de pronunciamiento en apoyo a la comunidad inmigrante ante los operativos de inmigración.
Después de días de crecientes críticas y presión pública, los Dodgers de Los Ángeles rompieron el silencio con un compromiso radical: un compromiso de $1 millón para apoyar a las familias inmigrantes afectadas por las recientes redadas federales de inmigración en el condado de Los Ángeles. En una iniciativa conjunta con la ciudad de Los Ángeles, los fondos se destinarán a asistencia financiera directa para las familias que están lidiando con las consecuencias.
Y con ello llegó algo más: una voz.
“Lo que está sucediendo en Los Ángeles ha resonado entre miles y miles de personas”, declaró Stan Kasten, presidente y director ejecutivo del equipo. “Hemos escuchado los llamados para que asumamos un papel de liderazgo en nombre de los afectados. Al comprometer recursos y tomar medidas, continuaremos apoyando y elevando a las comunidades del área metropolitana de Los Ángeles”.
El anuncio no fue fácil ni rápido. Se retrasó casi 24 horas después de que estallara un tenso enfrentamiento entre manifestantes y agentes federales de ICE en las afueras del Dodger Stadium la madrugada del jueves. Según un mensaje de X del club, los agentes intentaron acceder a los estacionamientos del estadio, pero la seguridad del equipo les negó la entrada. No se realizaron arrestos, pero el enfrentamiento intensificó las tensiones que se han estado gestando desde que comenzaron las redadas a principios de este mes.
Hasta ahora, los Dodgers, a menudo elogiados por su presencia en la comunidad, habían permanecido visiblemente en silencio. Ningún comunicado de prensa. Ninguna declaración en redes sociales. Nada mientras la Guardia Nacional pisaba el pavimento y los toques de queda transformaban el ritmo de las noches del sur de Estados Unidos. Ese silencio, para muchos, lo decía todo.
Así que cuando el equipo finalmente habló y actuó, fue tanto una respuesta como un ajuste de cuentas.
Oficiales municpales y miembros de la comunidad se acercaron al lugar para exigir explicaciones por esta medida.
Bajo el nuevo plan, los Dodgers y los funcionarios municipales trabajarán en estrecha colaboración con la Fundación Comunitaria de California, la Federación Laboral del Condado de Los Ángeles y otras organizaciones de base ya establecidas en los barrios afectados. El apoyo no se limitará a los cheques. Se esperan iniciativas adicionales en los próximos días para abordar la inseguridad alimentaria, brindar servicios de salud mental y entregar artículos básicos a las familias atrapadas en una situación que no solicitaron.
“Quiero agradecer a los Dodgers por liderar con esta acción”, dijo la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass. “Estas últimas semanas han generado una oleada de miedo que ha recorrido todos los barrios y ha tenido un impacto directo en nuestra economía. Mi mensaje a todos los angelinos es claro: nos mantendremos unidos durante este tiempo y no nos daremos la espalda unos a otros; eso es lo que hace de esta la mejor ciudad del mundo”.
Es una ciudad donde el béisbol no es solo un juego. Son las tardes de domingo en Elysian Park, las transmisiones de radio en los patios de Boyle Heights y los Dodgers Dogs compartidos entre padres e hijos que conocen los nombres de Valenzuela, Ohtani, Koufax, Garvey y Kershaw, además de los suyos.
Los Dodgers no son solo un equipo en Los Ángeles. En muchos hogares, son Los Ángeles.
Las llamadas patrullas comunitarias han sido las encargadas de alertar la presencia de los oficiales federales que desde muy temprano comienzan a realizar arrestos.
Por eso duele el silencio. Y por eso importa este importante paso.
No se trata solo de un cheque de un millón de dólares. Se trata de estar presentes cuando la gente más te necesita. De reconocer que las comunidades inmigrantes son el alma de esta ciudad, y lo han sido durante generaciones. Cosen los uniformes, limpian los asientos y hacen fila durante horas solo para sentarse en las gradas y animar a un equipo que consideran su familia.
Esto no es una meta. Es un punto de partida.
Hoy se marca un avance en la dirección correcta. El tipo de avance que no se reflejará en el marcador, el resumen de la noche ni en los momentos destacados locales.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero el importante paso que dio la organización el viernes brinda esperanza a la comunidad en un momento oscuro y aterrador.