Por Paola Ramos y Kay Guerrero — NBC News
Seis semanas después de cruzar la frontera hacia Estados Unidos desde México, una joven solicitante de asilo de El Salvador se dio cuenta de que estaba embarazada como resultado de una violación perpetrada por un cártel mexicano mientras estaba secuestrada en la peligrosa ciudad de Reynosa, en el estado de Tamaulipas.
Sin poder abortar en Texas debido a las restricciones legales, se encontró atrapada entre el sistema de inmigración estadounidense y las leyes restrictivas del estado sobre el aborto.
Ella no es la única enfrentando esta situación. Forma parte de un preocupante número de migrantes que llegan a Estados Unidos con embarazos no deseados, siendo víctimas de la violencia en el lado mexicano de la frontera, donde los cárteles secuestran y extorsionan a los migrantes, incluso utilizando la violación como una forma de coerción.
Sin saber inglés y sintiéndose abrumada por el complejo panorama legal en torno a los derechos reproductivos, la joven buscó información en línea sobre cómo acceder a píldoras abortivas. Descubrió que necesitaba una combinación de medicamentos que eran ilegales en Texas debido a las restricciones impuestas por la Corte Suprema en 2022.
Temerosa de las consecuencias en Texas, viajó a otro estado para obtener ayuda para un aborto farmacológico autogestionado. Pero su historia no es única.
El aumento de la inmigración irregular ha llevado a un aumento de la violencia en el lado mexicano de la frontera, con los cárteles aprovechándose de los migrantes vulnerables. La solicitud de asilo de una mujer guatemalteca fue marcada por una serie de horrores, incluyendo amenazas de muerte y violencia sexual por parte del cártel del Golfo.
Este grupo criminal ha estado secuestrando a migrantes para exigir rescates y utilizando la violencia sexual como una herramienta de extorsión.
La violencia sexual contra los migrantes ha aumentado significativamente en ciudades fronterizas como Reynosa y Matamoros, según Médicos Sin Fronteras. El peligro se agrava debido a las políticas migratorias, como el Título 42 y el programa Quédate en México, que obligan a los migrantes a esperar en lugares peligrosos durante meses.
Los grupos criminales aprovechan esta situación, secuestrando y extorsionando a los migrantes, incluso utilizando la violencia sexual como táctica de control.
La situación se vuelve aún más complicada para las mujeres que quedan embarazadas como resultado de estas atrocidades y enfrentan obstáculos legales para acceder a la atención médica que necesitan.
A pesar del riesgo para su propia seguridad y estatus migratorio, algunas mujeres deciden ayudar a otras en situaciones similares. Una joven salvadoreña distribuyó píldoras abortivas a otra migrante en Texas, a pesar de las leyes estatales restrictivas y las posibles repercusiones legales.
Estos actos de solidaridad se producen en medio de una intersección peligrosa entre las políticas de inmigración y aborto en Estados Unidos, destacando las luchas y riesgos que enfrentan los migrantes en busca del llamado “sueño americano”.