
Santiago de Chile — El abogado y exdiputado ultracatólico José Antonio Kast se sumó este domingo a la ola de líderes de extrema derecha que gobierna en parte del mundo y se convirtió, en el primer pinochetista desde el retorno a la democracia en llegar al poder en Chile.
Con tan solo 22 años, cuando era un estudiante de Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Kast hizo campaña a favor de la continuidad del general Augusto Pinochet (1973-1990) en la propaganda televisiva para el plebiscito en 1988 sobre la continuidad del régimen.
“Si estuviera vivo, votaría por mí”, dijo Kast cuatro décadas después, en 2017, en su primer intento por llegar a La Moneda, sede del Gobierno.
El líder del Partido Republicano, de 59 años, se prepara para implementar a partir del próximo 11 de marzo un programa neoliberal de megarecortes y mano dura contra la delincuencia y la migración irregular, después de ganar con amplio margen a la izquierdista Jeannette Jara.
La llegada al poder de un defensor de la dictadura es algo inédito en Chile, pero no en la región, pues ya ocurrió con Jair Bolsonaro en Brasil o Javier Milei en Argentina.
Hasta ahora, desde el retorno a la democracia, el primer y único derechista en llegar a la presidencia de la República de Chile había sido el fallecido Sebastián Piñera, que lo hizo en dos mandatos no consecutivos (2010-2014 y 2018-2022), y que votó en contra de la permanencia del dictador.
“Kast es una figura vinculada directamente al pinochetismo. Es heredero de su tradición. Además, es hermano de uno de los principales ministros de Pinochet y presidente del Banco Central, Miguel Kast, que sigue siendo una especie de gurú para la derecha más neoliberal”, dijo a EFE Octavio Avendaño, de la Universidad de Chile.
“Mismas convicciones pero otras urgencias”
A diferencia de sus intentos pasados por llegar a La Moneda (2017 y 2021), Kast se ha cuidado mucho en esta campaña de no mostrar en público su simpatía por el régimen ni sus posiciones ultraconservadoras en materia de libertades individuales, como el aborto o la píldora del día después, para no espantar el voto femenino y juvenil.
Padre de 9 hijos y ferviente católico, Kast fue presidente de Political Network for Values (PNfV), una red que pregona la defensa de la vida, la familia y el matrimonio en Iberoamérica.
Aunque asegura que sus convicciones “no han cambiado” y que sigue “siendo el mismo”, ha dicho que no se va a centrar en la llamada “batalla cultural”, sino en las “urgencias de los chilenos”, como la delincuencia y la migración irregular.
Su promesa estrella es crear un “Gobierno de emergencia” para aplicar mano dura y solucionar la mayor crisis de seguridad que, a su parecer, vive Chile, pese a que la tasa de homicidios sigue siendo una de las más bajas de la región.
Para ello propone expulsiones masivas de migrantes, mayor despliegue policial, blindaje de la frontera norte con vallas y zanjas y tipificar la migración irregular como un delito.
Desde hace semanas, además, lleva una cuenta atrás con los días que les quedan a los cerca de 340.000 migrantes irregulares que viven en Chile para abandonar voluntariamente el país antes de que asuma el poder.
“Tienen 98 días para salir de Chile”, advirtió en el último debate presidencial.
En campaña no ha sabido aclarar si liberará a los exmilitares condenados por crímenes de lesa humanidad ni tampoco cómo va a aplicar otra de sus grandes promesas: un recorte fiscal de 6.000 millones de dólares en 18 meses sin tocar el gasto social, una meta que economistas de todos los signos políticos han dicho que es imposible.
Admirador de Bukele y Meloni
Hijo de una próspera pareja de migrantes alemanes -su padre estuvo afiliado al partido nazi-, Kast no es un outsider de la política: fue diputado 16 años por el conservador Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido dela dictadura, que abandonó antes de su primera candidatura presidencial, ya como independiente.
En 2019 fundó el Partido Republicano, que le llevó dos años después a perder, por amplio margen, contra Gabriel Boric en la segunda vuelta, y en 2023 a liderar el segundo y fracasado proceso constitucional.
“En el segundo intento constitucional fue incapaz de tomar una solución de Estado, asumirse como estadista y permitir que saliera una constitución de consenso general. Se envolvió en la manta de lo puritano y los valores”, indicó a EFE Carlos Malamud, del Real Instituto Elcano.
“Creó su propio partido argumentando que él seguía siendo el mismo, que no había cambiado y que los que han ido moderándose son los partidos de la derecha tradicional”, explicó por su parte a EFE Cristóbal Rovira, de la Universidad Católica.
Admirador del salvadoreño Nayib Bukele y de la italiana Giorgia Meloni, Kast se diferencia de otros líderes ultra de la región en sus formas, mucho menos disruptivas y agresivas que las de Donald Trump o Javier Milei, aunque en sus mítines hay asistentes con gorras con el eslogan trumpista ‘MAGA’.
Al igual que en otros países donde la ultraderecha tiene mucha fuerza, Kast -que también tiene conexiones con VOX en España- ha fagocitado a la derecha tradicional chilena, aglutinada en el bloque Chile Vamos, y se ha convertido en el líder del sector.
La gran incógnita es el tipo de gobierno que formará a partir de marzo y si se dejará llevar por sus huestes más radicales o buscará acercarse a la derecha tradicional de la coalición Chile Vamos para crear consensos en un Parlamento sin mayorías.


