
Los Ángeles—La última base por bolas de Clayton Kershaw desde el montículo del Dodger Stadium fue todo lo que se esperaría de una leyenda.
Con un out en la quinta entrada el viernes 19 de septiembre de 2025 por la noche, el mánager Dave Roberts salió del dugout, y el público, que ya había llenado el estadio, ya sabía lo que se avecinaba.
Roberts hizo una pausa de casi 30 segundos antes de cruzar la línea de tercera base. Dejó que Kershaw, sus compañeros y los 53,037 llorosos fanáticos de los Dodgers, que llenaron el estadio, disfrutaran del momento.
La ovación fue ensordecedora y se prolongó durante casi cuatro minutos. Los aficionados se pusieron de pie, aplaudieron y vitorearon mientras Kershaw —18 años de brillantez bordados en el azul de los Dodgers— se quitaba la gorra. Compañeros y entrenadores lo recibieron con largos abrazos, de esos que dicen más que las palabras. Antes de desaparecer en el dugout, lo sacaron de nuevo para una despedida.
Su esposa Ellen y sus cuatro hijos estaban en las gradas, visiblemente emocionados, viendo al patriarca de la familia y rostro de la franquicia durante las últimas dos décadas disfrutar de un último momento en Chavez Ravine.
Kershaw, quien el jueves anunció su retiro al final de la temporada, deja atrás una carrera que lo consolida entre los mejores de todos los tiempos: tres Premios Cy Young de la Liga Nacional, un MVP, dos campeonatos de la Serie Mundial, 11 participaciones en el Juego de las Estrellas y un legado cimentado en el dominio y la devoción.
No fue solo una despedida. Fue una celebración: el final de una era en Los Ángeles y la despedida final de un lanzador que definió una generación.